Andamos a nuestro antojo, con el talante libre, tan humano.
Y lo hacemos de un modo valiente, pues tenemos la certeza de que
no hay segundas oportunidades en esto del camino de la vida.
Y en nuestra historia no hay vuelta atrás, no. No lo permite el
tiempo.
Un fastidio esto de ser libres al tomar una decisión, o un giro, o
un atajo ya que nunca sabremos si esa elección fue conveniente.
Lo peor es que nuestro compañero de viaje, la duda, se clavará en la conciencia y gritará en
silencio: “que hubiera sido de tu vida, si tú aquella mañana hubieras hecho esto, o aquello, o eso, o hubieras dicho, o ido, o…”
Un enigma perpetuo, que nos hace andar, patizambos, por ese camino
tan humano de estar condenados a la libertad.
Como diría el filósofo Jean-Paul Sartre:
“Estamos condenados a la libertad”
Un pequeño fraude esto de ser libre y no poder renunciar cuando
nos apetezca a esa facultad tan humana.
Pero esto mismo que nos defrauda, nos permite a veces, construir
nuestro mundo, inimaginable, distinto, siempre nuevo, eso sí, mientras seguimos con la tarea ética
de encontrar los motivos del porqué:
¿ Por qué hice aquello en
vez de esto? ¿por qué elegí torcer en
aquel cruce cuando, de antemano, antes de doblar, lo veía todo tan recto, tan
claro y la solución de mis ilusiones confluían en aquella línea fina de mi horizonte,
de un modo tan sereno?
Para eso sirve la ética.
Y cambiando de tema, si un día ya mayores o no tanto, os diese la
emoción estética de leer, un trastorno loable, por cierto, os recomiendo de
este mismo filósofo, un libro suyo autobiográfico lleno de fuerza.
“LAS PALABRAS”
No os decepcionará.
|
jueves, 1 de noviembre de 2012
ÉTICA- La libertad-
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario